José Manuel Merino, director del Centro nos acerca una experiencia de voluntariado internacional en la comunidad lasaliana de Molenbeek, Bruselas.
La comunidad fue inaugurada en el 2001, aunque ocupa los mismos locales que otra abierta por los Hermanos hace ya 129 años. En aquella época, y hasta hace unos 20 años, los Hermanos dirigían un colegio de formación profesional muy popular en el barrio.
El “barrio” de Molenbeek está situado al oeste de Bruselas y tiene unos 100.000 habitantes. Es trata de uno de los barrios de mayor crecimiento en donde hay una densidad de población de 16.500 habitantes por kilómetro cuadrado. La media de edad es de 35 años y prácticamente el 100% es una población musulmana.
Tristemente Molenbeek es conocido por sus vínculos con el terrorismo y el barrio está aún estigmatizado, sin embargo, se vive con mucha tranquilidad en medio del bullicio de las calles.
La comunidad está formada por los Hermanos Juan Pablo (español), Jesuraj (indio) y están a la espera de un tercer Hermano de Burkina Faso. Durante la semana del 10-17 de febrero, José Manuel formó parte de un grupo internacional de voluntariado, en donde había eran 6 personas en total (5 universitarios franceses y José Manuel).
Las tareas fundamentales de la comunidad, y con las cuales colaboran los voluntarios fueron:
- Repartir desayunos en un centro social a las personas “sin techo” que han pasado la noche en la calle, y ayudar en tareas administrativas a las asistentes sociales que les ayudan. En una ciudad como Bruselas (1,2 millones de habitantes) hay más de 1.000 personas que viven en la calle, y cerca de 7.000 por debajo de los umbrales de la pobreza.
- Ayudar a realizar los deberes a los niños musulmanes del barrio: matemáticas, inglés, francés, …
- Repartir café, té y bizcochos por las noches a las personas que pasan la noche en las calles.
- Conocer las diferentes asociaciones que contribuyen a una mejora del tejido social, religioso y cultural del barrio y de la ciudad de Bruselas.
Según cuenta José Manuel: “La experiencia ha sido muy rica, muy fresca, muy lasaliana y muy cristiana. Daba gusto ver la sonrisa agradecida de tantas personas. Uno después de ver tantos problemas, relativiza con más facilidad los suyos, y se ríe de los pequeños problemas que a diario nos envuelven. Unas “vacaciones” diferentes, pero que han valido la pena, inolvidables. Seguro que volveré”.
Desayunos, deberes, cena, diálogo intercultural y religioso y mucha acción social. Gracias por acercarnos tu corazón, José Manuel.