Como un niño el Día de Reyes. Así recibieron los profesores de La Salle Managua la noticia de que el abuelo de Pedro, uno de sus alumnos del módulo de Cocina y Restauración, había donado al centro de Formación Profesional Básica cientos de herramientas, utensilios y suministros de su taller, desde una máquina de soldar a un taladro vertical, pasando por taladros de mano, sierras, mobiliario…
Prácticamente todas las herramientas que Luis Antonio Gómez Romero ha acumulado durante una vida han pasado a ser propiedad del centro porque a sus 92 años ha preferido que en vez de quedar arrinconadas en cajas en un rincón sigan teniendo vida a través de las manos de los cerca de 60 alumnos de los módulos de Fabricación y montaje, Servicios Comerciales y Cocina y restauración.
«Que alguien decida donar el material con el que ha ocupado el tiempo libre de toda una vida para que continuemos trabajando con él es una forma de mantener un legado vivo y estamos muy agradecidos», asevera Laura Paredes, directora de La Salle Managua.
Ayer, el centro capitalino quiso agradecer a Luis Antonio Gómez Romero su gesto con un sencillo acto de reconocimiento en el que participaron profesores y alumnos. «Tenemos una gratitud inmensa con él. Disponer de una máquina de soldar más significa que podrá utilizarla un estudiante más; significa dar más opciones a estos chicos», sostiene la directora del centro, que agradeció a Gómez Romero una donación que, en la práctica, supondrá que los alumnos de La Salle Managua dispongan de «más oportunidades para trabajar».
Pasión por crear. Luis Antonio Gómez Romero nació en noviembre de 1930 y aunque la vida le llevó a ser gestor administrativo y corredor de seguros durante 44 años, su verdadera pasión siempre fue pensar y crear.
«Fui alumno de la Escuela de Aeromodelismo que se fundó en Palencia a mediados de los años cuarenta», rememora Gómez Romero, que reconoce sentir debilidad por la mecánica, la aeronáutica y la navegación marítima.
En su haber tiene el diseño de un motor de reacción que le construyeron -y lo cuenta con orgullo- en la Fábrica de Armas con tan solo 16 o 17 años, la misma edad que tienen muchos de los alumnos de La Salle Managua que han recibido y utilizan unas herramientas que han dado forma a los proyectos de Gómez Romero.
Y es que cuando cumplió los 65 años, en 1996, le llegó la oportunidad de dedicar todo el tiempo del mundo a su pasión. No fueron años desaprovechados porque Luis Antonio Gómez Romero ha firmado un buen número de patentes, algunas de ellas incluso de aviones.
Durante años, poco a poco, fue montando un taller con todo lo necesario para hacer realidad los proyectos que se le pasaban por la cabeza. «Me ha gustado estar en el taller toda la vida. Incluso diseñé un avión precioso, más bonito que práctico, la verdad, que se estrelló nada más salir», rememora con una sonrisa en el rostro.
Esa pasión por pensar y diseñar, por resolver problemas y retos gracias a su curiosidad y capacidad de aprendizaje seguro que ha quedado impregnada en las que durante décadas fueron sus herramientas.
«Poder imaginar y diseñar es una de las cosas más grandes que hay», comenta ante los profesores y alumnos de La Salle Managua, a quienes también recalca que «para tener ideas hay que pensar».
Y así, camino a los 93 años, Luis Antonio Gómez asegura que aún le quedan fuerzas para seguir ideando y aunque quizá ya no pueda materializar todos esos proyectos con sus herramientas, estas están ya en buenas manos.