En un ambiente cargado de emoción y expectativa, se llevó a cabo el XI Encuentro de la Familia Lasaliana, una jornada dedicada a fortalecer los lazos fraternos y el espíritu de colaboración entre todos los miembros de las comunidades educativas lasalianas de la zona noroeste. Desde tempranas horas de la mañana, el bullicio de conversaciones animadas y risas llenaba el aire, mientras los participantes se reunían en torno a una mesa para disfrutar de un desayuno compartido.
Con el estómago saciado y el corazón abierto, la acogida en familia marcó el inicio oficial del encuentro. Un momento de conexión profunda presidida por el H. José Román, Visitador Titular del Distrito Arlep, donde las miradas se cruzaban con complicidad y se sellaba el compromiso de fraternidad que caracteriza a la familia lasaliana.
Seguidamente, los asistentes se dividieron en grupos para participar en una variedad de talleres y experiencias enriquecedoras. Desde reflexiones vitales hasta dinámicas de trabajo en equipo, cada actividad fue diseñada para fomentar un tiempo de calidad compartido.
Tras la intensa mañana de convivencia, se dio paso a un espacio dedicado a la reflexión individual y meditación personal. Con la llegada del mediodía, el aroma tentador de los platos recién preparados anunciaba la hora de la comida compartida, donde los sabores se mezclaban con las risas y anécdotas compartidas entre los comensales. Recargados de energía y con el espíritu renovado, la tarde avanzaba con el café conjunto, un momento para compartir ideas, vivencias y proyectos en torno a la misión educativa lasaliana. Entre sorbos y sonrisas cómplices, se tejían nuevos lazos de colaboración y solidaridad.
La jornada tomó su fin con la celebración conjunta, un espacio de gratitud y reconocimiento por el camino recorrido juntos. Desde el abrazo afectuoso y las expectativas de reencuentro, los participantes se despedían con el corazón lleno de gratitud y la certeza de que, unidos en la fe y en la misión, seguirían construyendo un mundo mejor para todos desde el carisma lasaliano.